Iniciamos la semana con la presencia del ciclón Yaku frente a las costas del norte y centro del país. Su efecto en las condiciones de lluvia extrema en las ciudades del norte ya fue devastador. Si bien provocó una lluvia inusual en Lima, el pronóstico es que intensifiquen a
lo largo de la semana. Las mayores precipitaciones activan quebradas que ocasionan huaicos, dejando miles de heridos, fallecidos, desaparecidos y damnificados. Algo que sabemos puede pasar, pero por enésima vez nos toma nuevamente sin estar preparados.
La temporada de lluvias (desde setiembre del 2022) ya nos deja 1326 viviendas destruidas y más de 3000 inhabitables, según Indeci. Esta situación se repite en mayor o menor medida todos los años, con declaratorias de emergencia y otras acciones que intentan paliar sus efectos, pero no resuelven el problema de fondo. La informalidad también se expresa en la política.
Donde reina la informalidad no existe planificación ni capacidad para tener una visión a futuro. Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del último trimestre del 2022, tres de cuatro empleos en el Perú que se lograron recuperar tras el COVID-19 son informales, o subempleos, ubicando a nuestro país como el segundo con mayor informalidad laboral en América Latina con un 73.2%. Ante una situación de informalidad de la que nos cuesta salir, ¿qué nos espera como país?
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