Abducción
1
El chorro de luz cegó sus ojos. Su entorno ocular se llenó de lucecitas que se movían como picos de avecillas. No le dio importancia, pues su afán primordial era liberarse de la inoportuna ceguera. Tentó de inmediato abrir sus párpados y ufff, la luz todavía viva, le volvió a cegar.
Al volver a la normalidad caminó un trecho por aquella playa hasta encontrar el lugar ideal para meditar. Elegido el espacio, tendió su manta de tela sobre la arena y se acomodó. No supo ni estaba en su razón, el momento en que “escucho” esa voz: ¡Increíble!, lo llamaba con su nombre. Alelado solo atinó a pronunciar: “¡Que! ¡¿Quién!?”
La respuesta no demoró.
—Venimos de lejos, somos gente de paz…visitamos tu planeta.
— Ah…ah…
(Se le trabaron las palabras)
Deteniéndose en las frases: “de lejos” y “visitamos tu planeta”.
—¡¡Extraterrestres!!…
Su piel sintió un enfriamiento súbito y su corazón aceleró sus latidos.
—No te asustes, sí, somos lo que tú piensas y estamos cerca —Escucho ahora una voz diferente.
—¡Queeeé…! comprenden lo que pienso, pero ¿cómo?
La respuesta fue inmediata
—Es comunicación entre centros cognitivos, sin intermediarios. No usamos la sonoridad como ustedes lo hacen desde hace varios siglos. Nosotros utilizamos qualias bio-energéticas de equivalencia universal, que facultan el diálogo directo entre seres inteligentes del universo…
— “Y, yo, que tengo que ver…”—sólo lo pensó.
Igual, la respuesta fue al instante
—Sabemos de tu singularidad. Es una característica muy escasa en los habitantes de tu planeta que están abrumados de contradicciones vitales.
Escuchaba o entendía. No estaba en ese momento para teorizar. Solo en su mente comprendía lo que le decían.
Poco después aprovechando un silencio, volvió a pensar: “¿Cómo son y dónde están?
Estos sin mayor espera le absolvieron la duda:
—Somos seres energéticos que habitamos distintas dimensiones del universo. No necesitamos presencia física. Somos esencias que solo nos materializamos por necesidad en cualquier lugar del cosmos…
Acostado en su manta siguió escuchando las explicaciones. No entendiendo en qué instante cedió al sueño, solo que al volver a la ecuanimidad dudo si lo sucedido había sido real o quizá un desfase del sueño. Juntó mentalmente dos interrogantes. ¿Se habrían ido? ¿O, nunca estuvieron? Concluyendo que aquel chorro de luz, y todo lo advenido, había sido un vahído entre el sueño y la realidad. Una falsía producto del estado anormal del sueño, y que ya era hora de irse. Por lo que abrió los ojos, pero lo que vio no fue el cielo playero ni nada parecido, si no, una estructura orbicular metálica muy amplia que todo lo abarcaba. “¡Qué!… ¿Dónde estoy?”, se preguntó.
Luego la misma “voz”
—Estas ya con nosotros…
Con desconcierto barrio con la mirada los alrededores, quiso moverse, pero su cuerpo pesado no le respondía; corroborando que no podía moverse, pero lo extraño era que en lugar de atemorizarse experimentaba una sosegada sensación de relajación y voluntad vivificante.
—Estás inmovilizado —Escuchó.
Permaneció en silencio observando al fondo un salón semiesférico muy alto y de amplia claridad. En la parte superior se apostaban una especie de reflectores (sin sostén físico) que se movían siguiendo los movimientos de dos seres que expelían resplandores blanquecinos, y al mismo tiempo variaban su corporeidad gruesa, salvo la parte superior que sería su cabeza y donde poseía solo una trompa guía. Cuando llegaron a él, de la trompa se gestaban unas lancetas de luces rectas y verdes que penetraban a su cuerpo, pero sin herirlo, ni increíblemente, sentir dolor. Más, solo la lanceta que penetró su cráneo le produjo un hincón doliente. Luego lo observaron con detenimiento, hasta que se fueron tal como llegaron.
Después escuchó otra voz.
—Tu planeta tiene una evolución negativa. Los hemos observado desde su estado primario. Se les instruyó sobre lo básico del equilibrio cósmico, pero han pasado siglos y han olvidado las enseñanzas, y sobre todo, el principio infalible de la cósmica universal. La armonía material y espiritual…
Luego pensó: “¿por qué, yo?”
Ellos dijeron:
—No eres el único, hay miles de tu planeta que han sido escogidos para el resurgimiento del planeta tierra. Serán ustedes los encargados de revalorizar la vida y armonizar la convivencia humana. Su labor será ardua. Es una necesidad imperiosa. Nadie fuera de tu planeta puede intervenir. Es una convención de la liga cósmica a la cual pertenecemos todos los planetas de la galaxia…
Cada palabra que escuchaba le producía una somnolencia involuntaria que se hacía cada vez más intensa. Se resistía a dormir.
Los seres se callaron cuando lo supieron dormido.
2
Después de un tiempo una nave descendía en la soledad de esa playa del Sur y dejaba a un hombre en el mismo lugar de donde lo recogieron. Inmediatamente la nave se elevó en forma vertical y cruzó velozmente el cielo desapareciendo sin sonoridad ni estela de vapor.
3
Unos minutos antes de despertar, la curva anaranjada del sol se había sumergido en las aguas azuladas del mar. La tarde se había tornado plomiza: primera señal de nocturnidad. Sus párpados se aligeraron revelando sus pupilas. Abrió la boca, se estiró a sus anchas sobre la arena con una sensación de relajo mental y corporal. Conjeturo como siempre, que dicha playa solitaria era lo mejor para meditar y relajarse, pues nada –en lo más mínimo– le había perturbado.
4
A lo lejos en un lugar determinado del cosmos. Se producía un diálogo entre dos seres. Uno de ellos, le decía al otro:
—Lo que sí sabemos, es que…, por estrategia, ese, tan igual que los otros, cuando despierte, no recordará nada de nada. Hasta el día de la anunciación. Pues, así lo programamos…
—Otro terráqueo más, que estará de nuestro lado —dijo el otro ser.
—Sí, cuando nos den la orden de invadir el planeta tierra —Afirmó el primero.